Empatía



El año pasado sobre estas fechas me encontraba en el autobús de camino a mi facultad. Todo apuntaba a que este viaje iba a ser uno más entre otros, lleno de monotonía, voces, música a todo volumen, a veces silencio, y alguna que otra vez discusiones entre los niños que iban a la escuela. De repente, cuando nos encontrábamos a la altura de Santa Fe, una señora rompió el silencio tan característico de ese tramo, entre quejas y reproches. Aparentemente, se quejaba porque el conductor tuvo que bajarse del autobús y parar más tiempo de lo normal para activar una plataforma que da acceso a gente con movilidad reducida. Nunca pensé que un suceso como ese provocaría, a parte de mi indignación y rechazo, el nacimiento de una cantidad tan asombrosa de ideas en mi cabeza.

Desde ese momento, algo en mí cambió. Inevitablemente empecé a mirar al ser humano de una manera distinta a como solía hacerlo. Frente a la concepción roussioniana que defiende que el ser humano es bueno por naturaleza, yo empecé a observarlo un poco más como Hobbes; el ser humano vive en una "guerra de todos contra todos". La empatía, es decir, esa capacidad de ponerse en los zapatos del otro, brillaba por su ausencia en aquel lugar. Tampoco hubo quien llamase la atención a esta persona por quejarse de un hecho que no es más que una garantía de igualdad para los más desfavorecidos. Pensaba que esta ausencia de empatía era solo culpa nuestra, que nosotros teníamos toda la responsabilidad. Sin embargo no todo es culpa nuestra, sino de la cultura que impera en nuestra sociedad, de desprecio o quejas hacia lo colectivo y veneración de lo privado. Una cultura que nos hace pensar en nosotros mismos antes que en el resto. Una cultura que necesita "perspectiva"; la capacidad imaginativa de ponerse en el lugar del otro, dejando a un lado los egos que nos separan. Esta se fortalece precisamente mediante dos factores principales: las valoraciones y el poder. Las 'valoraciones' tienen que ver con aquello a lo que damos importancia o prioridad. ¿Qué es aquello que 'valoramos'? El dinero, un trabajo, la fama, el reconocimiento de los demás y nuestra propia perspectiva: el ego, si me permiten utilizar este término. El ego es el principal obstáculo que nos impide ponernos en la piel del otro, pues consiste en la exaltación del "yo" y la creencia de que tu perspectiva o tu circunstancia es la única en este mundo o, al menos, la que más valor tiene. Por lo tanto, tu perspectiva estaría por encima de la perspectiva que los demás tienen sobre determinados temas. Pero no todo es lo que valoramos, sino lo que sucede, y esto tiene que ver con el 'poder'. Y la realidad es que en nuestra sociedad lo que da más poder es el dinero, pues aporta prestigio e incluso influencia en la justicia (seguro que no necesitarán ejemplos para estar ya imaginando casos donde el dinero ha influido en la justicia). Cada vez se puede acceder a un mayor número de servicios y bienes mediante el dinero, a pesar de que lo que se compre lleve asociado una forma de opresión. Un ejemplo de hasta donde hemos llegado es que, hoy día en muchos países se puede alquilar incluso el útero de una mujer. Se ha llegado a normalizar que se pueda comprar el cuerpo de otra persona. También tenemos acceso a productos tirados de precio provenientes de países como Blangladesh o la India, donde está normalizado el trabajo infantil y donde las condiciones de los trabajadores son cuanto menos precarias. Podría enumerar más formas de poder, como la 'fama', el estatus, y las relaciones dentro del entorno de trabajo y en la vida cotidiana, pero esto daría para otro artículo a parte y es algo que tengo pensado desarrollar adecuadamente.

Pues bien, esta mezcla entre las valoraciones y el poder da como resultado el antivalor del siglo XXI: el individualismo, que a nivel global se materializa en lo que yo llamo la cultura del egoísmo. La cultura del egoísmo nos rodea por todas partes, es muy difícil escapar de ella. La podemos ver reflejada en aquellas personas que defienden la erradicación de los impuestos en nombre de la "libertad", en aquellos que critican la redistribución de la renta, que criminalizan a quienes reciben ayudas por parte del Estado, que generalizan y culpan de la pobreza a los propios afectados por ella y que se muestran contrarios al Estado del bienestar, pues esto perjudicaría la acción del libre mercado. También podemos observar esta cultura cuando atendemos a las ideas que habitualmente se propagan por la mayoría de medios de comunicación, anuncios publicitarios y personas de referencia o influencers de la sociedad. Estas ideas tienen que ver con el "consumismo", basado en que podemos encontrar la felicidad mediante el gasto de dinero a cambio de la obtención de cualquier bien o servicio que deseemos. Nos dicen que compremos cosas que no necesitamos para aparentar ser algo que no somos, porque así seremos más reconocidos y encajaremos en el esquema de la sociedad. A pesar de que los tiempos han cambiado el ser humano sigue anclado a los ideales que las élites del momento promueven. Lo que un día fue la religión con el paso del tiempo se ha convertido en el "consumismo" y las "tendencias". Hoy día parece que la diversión siempre está asociada al consumo, a comprar algo. Pasamos más tiempo que nunca en los centros comerciales, que han sustituido a las grandes plazas o ágoras de la antigua Grecia. La vida en comunidad se ha visto reducida y, a pesar de estar más conectados que nunca por medio de las redes sociales, vivimos cada vez más ajenos a la realidad del que tenemos al lado.

Frente a esa cultura que nos rodea desde que nacemos, es necesario un nuevo paradigma que vertebre nuestra sociedad, basado en la solidaridad y la empatía. Un paradigma que complete y de sentido a esta anomia social en la que habitamos, marcada por el mecanicismo de la rutina, el economicismo y el consumo masivo. Esto podría empezar con la fraternidad, la creación de lazos que nos unan al resto, la preocupación por lo social y una mayor vida en comunidad. Aunque me temo que el ser humano se halla suficientemente acomodado y aletargado como para siquiera ser consciente de esta realidad. 
                                                                                                                            - Chakal

Comentarios

  1. Evidentemente la empatía, uno de los principales valores que como seres humanos dotados de un complejo cerebro, que supuestamente nos hace superiores al resto, no estamos cultivando. Gravisimo error por nuestra parte, esto nos llevará irremediablemente a que sea el propio ser humano el arma que se levante contra nuestra propia destrucción. La especie que se une crece, si no estaremos evocados a la extinción.

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