Muro de cristal
La Luna, solitaria,
acude en mi búsqueda
y se compadece de mí,
pues toda la oscuridad
que presencia en la noche
parece luz ante mi sentir.
Mi camino se nubla
y mis más profundos
sueños perturban
la calma de un día oscuro.
La sombra de la duda,
sórdida, crece y se acumula
en el terreno de lo inconsciente,
dejando caer un recuerdo del futuro.
La noche avanza, reparte penumbra
y silencio por cada rincón
de mi alma, que asiste muda
a la muerte de las estrellas.
En el fondo del pecho,
un latido arrítmico se manifiesta
en forma de hecatombe,
congelando una tierra antes bella.
Y entonces maldigo
ese muro de cristal intangible
que me lleva al abismo,
que separa nuestras caricias,
y me encierra dentro de mí mismo.
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