Cataluña: Humo y fuego



18 de octubre de 2019. Siento que este mes dejará huella en la historia de nuestro país. Los disturbios nos dejan unas calles desoladas, un aroma a tristeza, desesperación y rabia.
La lucha de egos y sensibilidades parece no tener cuartel. Una imagen vergonzosa tras otra se propaga en los medios. Se pueden ver cosas feas por ambos bandos. Y yo, sentado frente a un televisor que no sé si me muestra solo la parte de realidad que a ellos les interesa comienzo a formular dudas.

No entiendo cómo la gente puede partirse la cara y seguir el cuento de unos representantes que les han abandonado. Que les miran desde Bélgica, sin mover un dedo por su pueblo y gozando de todo tipo de privilegios. No entiendo porqué seguimos con esta venda nacionalista que nos impide ver la realidad que nos espera tras la puerta del futuro (y del presente). No sé qué pretenden conseguir aquellos que dañan el mobiliario urbano de aquellos lugares donde siempre han vivido. Que hacen un infierno la vida de esos vecinos con los que hace unos días convivían pacíficamente. Tampoco entiendo la provocación de la otra parte ni que se intenten lucrar electoralmente de esta situación. Irresponsables.

¡Cuánto atraso nos está costando esta lucha de bandos sin sentido! ¡Cuántos problemas podríamos afrontar juntos si tan solo pensásemos en la que se nos viene encima! Desaceleración económica, otra crisis a nivel mundial en camino (si es que a caso hemos levantado ya cabeza de la anterior). No entraré de fondo en valorar la sentencia a los políticos presos (me gusta más que llamarles erróneamente "presos políticos", pues no lo son). Solo diré que, aunque bajo mi humilde punto de vista las penas son demasiado elevadas, ellos tenían conciencia del coste que podrían tener sus acciones. Además, existe suficiente base jurídica y el asunto es de tal gravedad, que había motivos para imponer penas a los acusados.

Tampoco comprendo (y esto me llama la atención especialmente) porqué ahora hay parte de la izquierda, el ala más extrema si se me permite la expresión, que se solidariza con la lucha de los independentistas. La izquierda, que clásicamente ha sido internacionalista se ha fracturado, y ahora una parte defiende postulados nacionalistas. Los problemas de la clase trabajadora van más allá de una sola nación, son extrapolables al conjunto de la humanidad. El paro, la precariedad laboral, la explotación laboral, las pensiones, servicios públicos de calidad, la deuda, los poderes fácticos que nos dominan,... Estos problemas, que verdaderamente deberían estar en el centro del debate público, se dejan a un lado debido a la cortina de humo nacionalista. Hasta tal punto se está ignorando esta situación, que aquellos que se autoproclaman "oprimidos" están impidiendo el desarrollo normal del día a día de su propia gente, aunque esto afecte a su trabajo. Aquellos que se han manifestado en ciudades como Granada y Madrid, en apoyo a los políticos presos, lo han hecho supuestamente por 'alerta antifascista'. Es decir, han adoptado el marco discursivo de los nacionalistas basado en que España es un Estado fascista (#SpanishIsAFascistState el lema principal del movimiento independentista en las redes). Así pues, esta parte de la izquierda ha caído en una sobredimensión y exageración de los términos, que solo contribuye a la tergiversación y a la falta de rigor en su uso. El antifascismo no debe por tanto ser tomado a la ligera y manifestarse por este tipo de cosas, pues a la larga, terminará perdiendo credibilidad.

Se ha hablado también de la mala imagen que da Cataluña y en especial Barcelona, de cara al resto de países y los turistas. En este sentido, creo que si la dicha es buena, la imagen sería lo menos importante. Es decir, si de verdad todos estos disturbios tuviesen un propósito encomiable o existiese una opresión real hacia el pueblo catalán, todo este revuelo estaría justificado. Sin embargo, me temo que este tipo de actuaciones hace que aquellos que piensan distinto, viendo los altercados que se cometen, al final terminen sintiendo aversión hacia los manifestantes. Y todo esto aumentará las divisiones en una doble dimensión: entre el Gobierno central y la sociedad catalana; y dentro de la propia sociedad catalana.

En conclusión, la verdad es que no comprendo el porqué de las cosas que están ocurriendo. El sentido común está fracasando como pocas veces se ha visto. Pero formulamos dudas para obtener respuestas. Y si algo puedo extraer de cierto en este mar de humo y fuego es que, nos costará muchos más años de los que podamos contar, solventar la brecha causada por la irresponsabilidad de aquellos que guiaban al pueblo.
                                                - Chakal

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